La niñez y el deporte
A propósito de celebrarse este 1 de Junio el Día Internacional de la Infancia, nos motivamos a escribir sobre el papel del deporte, en la formación de las más jóvenes generaciones.
Soy un convencido del valor que tiene para un niño ejercitar sus músculos para buscar destreza física y mental, pero vamos aun más lejos: esta actividad nos permite aprender a socializarnos, divertirnos, desempeñarnos en equipo, hacer crecer la autoestima y jugar limpio.
Cuba, un pequeño país caribeño con algo más de 11 millones de habitantes, bloqueado criminalmente por el imperio más poderoso del mundo, por más de cuatro décadas, constituye un sólido ejemplo de todo lo que podemos concretar a favor de la niñez.
Nuestra proyección sana y educativa del papel que juega el deporte, está presente en miles de profesionales, médicos, ingenieros, periodistas e intelectuales, salidos de las universidades con una marcada vocación de entrega, consagración y espíritu de sacrificio.
La Isla y su proyecto social siempre han dicho no, a la perversa intensión de convertir el deporte en máquina para hacer dinero, olvidando el juego limpio y los verdaderos postulados del varón Pierre de Coubertin.
Desde edades tempranas en los primeros niveles de enseñanza, los programas de desarrollo docente contemplan la Educación Física, cuyo objetivo esencial es la búsqueda de salud y bienestar, en la nueva sociedad.
Las niñas y niños cubanos, conocen los sacrificios y el precio de una medalla, y en cada evento donde asisten luchan con honor por llegar a las preseas, sin dejarse lacerar por el campionismo de alta tensión que hoy prevalece en el mundo. El profesionalismo desenfrenado que ataca el universo, se resiste a reconocer la derrota; gran peligro para nuestras naciones que sufren del engaño y el robo de talentos.
El Héroe Nacional José Martí (cubano) dedicó parte de su obra literaria, humana y patriótica a los más pequeños; sobre ellos dijo “Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo”.
Y como para entregar toda la razón al ilustre pensador, hagamos que nuestros hijos mediante la práctica deportiva, también puedan ser hombres y mujeres de indiscutibles valores para la sociedad, con visión de futuro y solidaridad, donde siempre impere la palabra nosotros, por encima del yoismo desmedido.
Otras cosas prometo escribir sobre el tema la niñez y el deporte, casi todas inspiradas por ejemplos cotidianos, que vivimos en los escenarios de competencia, las aulas o sencillamente, en el ir y venir de cada día, en la Cuba de hoy.
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