-Morito Fernández- te recordaremos siempre maestro y boxeador
La muerte razón implacable que apaga la vida, cobró este domingo un nuevo mortal, Juan –Morito- Fernández, ilustre maestro del deporte, que antes fue boxeador profesional. Humilde, carismático y sonriente, así lo vamos a recordar.
Existen memorias frescas de sus historias en Minas de Matahambre; era entonces un joven principiante que promovía el deporte hasta debajo de una mata de mango. Así lo hizo en Pons, aunque le costó severas críticas de la Señora María Blanco.
-El Morito- tuvo una década del 60 marcada por grandes esfuerzos. Cargó en hombros, guantes, peras y otros implementos, indispensables para alimentar sueños que después se hicieron realidad; fue un verdadero pionero del activismo deportivo.
Sonrisas picarescas, muchas veces burlonas, no pudieron amedrentar su voluntad férrea, y una convicción plena de avanzar sin retroceso. En apretadas síntesis fue así, como dio sus primeros pasos un hombre de éxito, que logró subir comenzando por el último escalón.
De ojo clínico para descubrir talentos, padre del boxeo en Pinar del Rio y escultor de grandes obras, premiadas con el estrellato olímpico y mundial, todo eso y mucho más, puede sumarse a las escrituras finales de nuestro –Juan -Morito Fernández.
La muerte no apagará un resultado que tiene espacio en décadas de duro batallar. El adiós del maestro se escuchará en los cinco continentes, en sus alumnos que expanden la Escuela Cubana de Boxeo, y en los que atesoran el trabajo como gratitud sagrada.
A los bravos que cumplieron con honor sobre la faz de la tierra, se les recuerda sin llanto, como canto amor y gloria, que recorre el universo. En la vida eterna, te seguiremos viendo en la esquina del ring, siempre maestro y boxeador.
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