MIRAMOS DESDE EL SEGUNDO LUGAR
Cincuenta y dos años es mucho tiempo. En 52 años el ser humano ha dado un vuelco radical a la sociedad, con inventos tan sensacionales que todo ha parecido un brutal salto futurista. También 52 años ha tardado Cuba para verse de nuevo en el segundo lugar de unos Juegos Centroamericanos y del Caribe, lo cual nos produce la sensación más extraña a quienes amamos el deporte.
Durante medio siglo hemos sido testigos del crecimiento sin igual del movimiento atlético nacional, del surgimiento de talentos de calibre mundial, de victorias en los escenarios más hostiles, de los actos más puros de entrega, compromiso y lealtad.
Pero ahora, lamentablemente, somos testigos de un retroceso, visible y palpable más allá de los meros resultados, más allá del cuarto lugar en los Panamericanos del 2015, nuestra peor ubicación desde 1967, más allá de la pérdida del primer lugar en los Centrocaribe de Barranquilla, tras 48 veranos reinando en la región.
Si tomamos como ejemplo estos mismos Juegos en tierras colombianas, podremos observar cómo deportes de dominio tradicional han caído, aunque hayan sido rescatados por individualidades, esas que siguen y seguirán saliendo porque Cuba es cuna de talentos excepcionales y tiene un sistema deportivo que permite desarrollarlos.
En ese grupo de disciplinas entra el voleibol, el béisbol, el judo, el remo y hasta el propio atletismo, que maquilló con dos títulos sensacionales en los relevos una actuación muy distante a la cosechada en Veracruz 2014, la misma que nos dio el empujón final para arrebatarle el reinado regional a México en sus propias narices, en sus propios estadios.
Muchos de estos deportes tienen para el cubano un valor sentimental que trasciende los resultados, por ello duele tanto ver a un equipo de voleibol femenino fuera de lucha por las medallas y al masculino perdiendo puntos clave por alineaciones indebidas, para luego caer al cuarto escaño sin bríos ni garra. Duele ver una versión sempiternamente apagada de la pelota, tradicional bastión en este tipo de delegaciones, o al judo y el remo quedar tan distantes de sus pronósticos arrasadores.
Pero no debemos afrontar con excesivo dramatismo este resultado, en primer orden porque teníamos señales muy claras de nuestras deficiencias y hacia dónde podían conducir, y en segundo porque cada vez el escenario deportivo internacional se ha emparejado más, con varios países que han invertido grandes sumas de dinero en aras de colarse en el espectro de máximo nivel.
En Barranquilla, si bien se pudiera hablar de descenso de la calidad de nuestro deporte, hay que mirar con mucha mayor atención al desarrollo y efectividad de México, un gigante «dormido» que desde el pasado ciclo se puso las pilas, y que todavía puede crecer mucho más. Esa, a mi juicio, ha sido la causa fundamental del desenlace de estos Juegos en tierras colombianas.
(Tomado del diario Granma)
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