Blogia
VIDA, AMOR Y DEPORTE

Alfonso Urquiola, 'viendo los toros desde la barrera'

Alfonso Urquiola, 'viendo los toros desde la barrera'

El mítico Alfonso Urquiola Crespo, uno de los símbolos importantes del béisbol cubano.

Hace unas horas por iniciativa   de un amigo de Factbook, apareció en la Internet un trabajo periodístico sobre  el sensacional ex jugador y director de equipos  pinareños  y cubanos.

Sin suprimir una coma, me propuse publicar íntegramente el texto. Bien vale la pena.

 

Alfonso Urquiola, 'viendo los toros desde la barrera'

Cuando hablas con Alfonso Urquiola tienes la sensación de estar ante un
oráculo de beisbol. Su verbo pausado, cargado de una filosofía natural y
desprovisto de artificios, te va quitando poco a poco las capas de la
cebolla de tus dudas, con una maestría que justifica en pocos minutos su
aureola y su magia en el terreno.

"No soy mago, para dirigir un equipo de beisbol hay que tener mucha
psicología. Cuando se dirige un colectivo de varios hombres hay que tener
en cuenta que todos no piensan igual, hay que tener ética, profesionalidad
y muchos conocimientos y dar el ejemplo en todo. Siempre he dicho que los
juegos se ganan desde el primer día de la preparación, hay que conocer a
los peloteros uno por uno, cómo reaccionan, sus problemas personales, de
dónde viene cada uno de ellos", explica.

"Otra cosa muy importante es el desarrollo de los valores de los atletas,
la solidaridad, el colectivismo, el sentido del deber. Estos elementos son
los que hacen que un grupo determinado sea grande, todo no es entrenar, ahí
es donde está la clave del éxito. Un grupo donde priman estos valores,
aunque no tenga una calidad determinada, es difícil de batir en el terreno.
Un director tiene que concientizar a los atletas sobre todas estas cosas,
no imponerlas", dice tratando de justificar su título de "manager ganador".

"El caballero del diamante", como muchos le llaman, tiene muy claro que el
factor psicológico en el beisbol puede más que el técnico táctico. "En la
preparación del atleta hay un factor que se llama entrenamiento invisible,
ahí entra a jugar un papel determinante la psicología desde etapas tempranas".

"Hay que seleccionar bien a los profesores que trabajan en las categorías
infantiles, desde ahí hay que formar integralmente al atleta. Si este no
está preparado psicológicamente para enfrentar una situación determinada,
no importa su calidad, está perdido. El cerebro lo guía todo, si no hay
concentración y salud mental, no hay nada", advierte.

Manager ganador

En el largo currículo de Urquiola hay un capítulo en el que algunos
aficionados se detienen para avivar los fuegos de las comparaciones, y en
el que los escasos detractores alimentan sus tesis: su estadía en Matanzas.

Cuando nadie quiso asumir el reto de levantar a la provincia desde los
últimos lugares, el mítico número ocho sacrificó su misión deportiva en Panamá.

"Cuando llegué a Matanzas se había ido todo el mundo, eso era un equipo
escuela, había que formarlo, era un trabajo para años. Siempre supe que mi
objetico no era competitivo. No quiero criticar, pero yo tenía allí atletas
solo de la provincia; no traje, como hizo Víctor Mesa, a gente de otras
provincias, ya formada. Las condiciones desde el punto de vista social y
económico no eran las mismas tampoco, mis atletas dormían en albergues ahí
en el estadio, el apoyo no fue el mismo", enfatiza mientras sus palabras
suben de tono y velocidad.

Urquiola ha sido profeta en su tierra, Pinar del Río. Es en su provincia
donde ha tocado la gloria con las manos, primero como jugador de altísima
calidad y luego reconstruyendo tres veces equipos subvalorados y
llevándolos al campeonato.

"A mucha gente le duele que esta provincia, que tiene poca cantidad de
habitantes, que no tiene esa potencialidad económica, siempre este en la
élite. Esta provincia es una de las que más aporte de atletas de calidad
hace. Siempre nos subestiman; sin embargo, es la provincia que más
campeonatos ha ganado en Cuba. No sé si es por problemas personales o
rencillas, pero eso pasa muchas veces con nosotros. Esas cosas a los
pinareños no nos pueden perjudicar, eso nos hace crecernos más en el
terreno de juego".

Es religioso, pero jamás ha estado en una iglesia ni ha visitado un altar.
Tiene fe en los santos, pero cree en lo que es capaz de hacer por sí mismo:
"No le puedo pedir a la Caridad del Cobre que me acompañe y me ayude si yo
no trabajo. Lo que tengo me lo he ganado porque he trabajado como un
caballo durante toda mi vida".

Es sorprendente que ahora Alfonso Urquiola esté dándose sillón en la sala
de su casa, mientras el beisbol pide a gritos su regreso y los aficionados
sueñan con verlo entrar, como héroe legendario, por las puertas del estadio
Capitán San Luis.

"Yo estoy aquí ocioso, nadie me ha dado esa oportunidad ni nadie me ha
venido a ver más nunca para nada. Es cierto que estuve en México y en
Panamá, pero ya estoy aquí hace varios meses y nada. Aquí estoy tranquilo y
bien de salud, soy hombre de beisbol, sigo viendo la pelota y analizándola.
El día que alguien necesite de mí en cualquier lugar, que me toquen la
puerta; mientras, sigo viendo los toros desde la barrera", dice con un tono
nostálgico que estremece montañas.

"No sé si los directivos del beisbol le temen a mi sinceridad, pero
honestamente te digo que, si le temen o no, yo no voy a cambiar. Yo tengo
mi filosofía, voy siempre con la verdad en la mano, no soy autoritario,
todo lo consulto, pero tengo mis ideas y hago lo que creo que es mejor para
mi equipo", aclara.

"Urquiola va a seguir siendo Urquiola. Si me equivoco trataré de buscar la
forma de rectificar, pero mi sinceridad siempre va a estar ahí, esa no la
voy a perder. Gústele a quien le guste, siempre voy a decir la verdad.
Conmigo hay que debatir, no batir por detrás".

0 comentarios