El mítico número nueve, nos dijo adiós para siempre
Fernando Hernández Rodríguez, el pelotero de los niños o el Caballero de los estadios, dejó de existir el pasado sábado en la ciudad de Pinar del Río, a los 64 años. Su adiós deja lágrimas y llantos, pero también un firme compromiso.
Si alguien me pregunta, qué podemos hacer para no olvidar a Fernando, respondo así de sencillo: “manteniendo vivo su legado de atleta ejemplar, porque este jerarca fue un sol sin manchas, bautizado por la gloria de un pueblo que lo aplaudió con delirio”.
El recordista nacional con más carreras impulsadas en un partido (12), fue recio toletero de carácter fuerte, entrega sin límite y una sencillez que invita a las presentes y futuras generaciones, a ser como él. ¡Claro está, como Fernando, no puede ser cualquiera!
Su estatura como pelotero y hombre de valores, siempre lo mantuvo aclamado por una afición que durante 20 series nacionales nunca pifió ante su ídolo, dueño de un corazón edificado con cera y miel, como para hacer más fuerte su sólida arquitectura.
Adiós al beisbolista que nació el 30 de mayo de 1953 en un poblado del municipio Bahía Honda, conocido como Pablo de la Torriente Brau. En ese sitio de la entonces geografía pinareña, ver surgir un talento deportivo era tan fácil como percibir el ruido del central y el guarapo de la caña.
Este comentarista guarda recuerdos imborrables del mítico número nueve, ubicado siempre detrás del señor pelotero Luis Giraldo Casanova y Castillo, en el orden ofensivo de los conjuntos vueltabajeros.
El jocoso Apolinar Barrios, hombre de béisbol, tuvo más de una vez a flor de labios esta expresión: “Si pasan a Casanova, tienen que vérselas con Fernando,huye pan que te coge el diente”.
De corazón, nos arrebató la muerte un atleta que fue símbolo, pueblo y sano orgullo para esta provincia. Su muerte no es cierta, los inmortales perduran por una eternidad.
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