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VIDA, AMOR Y DEPORTE

Che, Comandante amigo

Che, Comandante amigo

Un día como hoy, 8 de octubre, hace 46 años cayó en combate el Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara. Su muerte no es cierta, en tiempos duros, los pueblos emprenden marchas y contramarchas, multiplicando su ejemplo, que no descansa en la historia. Olvidarte jamás, siempre te llevo dentro.

Poema de Nicolás Guillén a Ernesto Che Guevara

No porque hayas caído

tu luz es menos alta.

Un caballo de fuego

sostiene tu escultura guerrillera

entre el viento y las nubes de la Sierra.

No por callado eres silencio.

Y no porque te quemen,

porque te disimulen bajo tierra,

porque te escondan

en cementerios, bosques, páramos,

van a impedir que te encontremos,

Che Comandante,

amigo.

Con sus dientes de júbilo

Norteamérica ríe. Mas de pronto

revuélvese en su lecho

de dólares. Se le cuaja

la risa en una máscara,

y tu gran cuerpo de metal

sube, se disemina

en las guerrillas como tábanos,

y tu ancho nombre herido por soldados

ilumina la lucha americana

con una estrella súbita, caída

en medio de una orgía.

Tú lo sabías, Guevara,

pero no lo dijiste por modestia,

por no hablar de ti mismo,

Che Comandante,

amigo.

Estas en todas partes. En el indio

hecho de sueño y cobre. Y en el negro

revuelto en espumosa muchedumbre,

y en el ser petrolero y salitrero,

y en el terrible desamparo

de la banana, y en la gran pampa de las pieles y

en el azúcar y en la sal y en los cafetos,

tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,

vivo, como no te querían,

Che Comandante,

amigo.

Cuba te sabe de memoria. Rostro

de barbas que clarean. Y marfil

y aceituna en la piel de santo joven.

Firme la voz que ordena sin mandar,

tierna y dura de jefe camarada.

Te vemos cada día ministro,

cada día soldado, cada día

gente llana y difícil

cada día.

Y puro como un niño

o como un hombre puro,

Che Comandante,

amigo.

Pasas en tu descolorido, roto,

agujereado traje de campaña.

El de la selva, como antes

fue el de la Sierra. Semidesnudo

el poderoso pecho de fusil y palabra,

de ardiente vendaval y lenta rosa.

No hay descanso.

¡Salud, Guevara!

O mejor todavía desde el hondón americano:

Espéranos. Partiremos contigo. Queremos

morir para vivir como tú has muerto,

para vivir como tu vives,

Che Comandante,

amigo.

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