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VIDA, AMOR Y DEPORTE

Pedro Pérez Dueñas, voló 17,40 ms: primer recordista mundial cubano

Pedro Pérez Dueñas, voló  17,40 ms: primer recordista mundial cubano


Hoy pretendo homenajear una historia que vive en trágico   anonimato. A decir verdad, poco se comenta sobre el primer recordista mundial de Cuba, y mucho menos de la hazaña que concretó el 5 de agosto de 1971.

Durante los VI Juegos Deportivos Panamericanos de Cali, Colombia, el triplista pinareño Pedro Pérez Dueñas,  clavo sus pinchos en los 17 metros y 40 centímetros; la noticia impacto al mundo y ratificó lo que algunos vaticinaron con  cautela.

El Héroe del Deporte que hoy congratulamos, es hijo de padres campesinos y antes de abrazar con amor el atletismo, se entusiasmo por el baloncesto. Su niñez transcurrió  entre una familia deportiva, que amo la vida y aceptó sus desafíos.

Los hermanos Leoncio (maratonista) y Felipe (baloncestista), sembraron en Pérez Dueñas, una ruta que jamás abandonó y que lo mantiene hoy  ligado a la actividad física, ahora como médico responsabilizado con la atención de competidores y equipos.

 Este ídolo del deporte recuerda con  cariño a su entrenador Leonid Shcherbakov; para él fue  maestro y  padre. Con ojos humedecidos y palabras entre cortadas, le profesa una eterna gratitud, como muestra inequívoca de que amor con amor se paga.

Cuando el Campeón Panamericano de triple salto, en Cali-1971, evoca los preparadores europeos que ofrecieron su ayuda solidaria a la Isla, piensa en soviéticos, polacos, checos y alemanes. La propia historia nos ha mostrado, que fueron soporte importante para alcanzar los podios.

El ruso  Víktor Saneyev, tricampeón olímpico y recordista mundial, una vez habló del competidor ideal para esta difícil prueba del atletismo,  y no vaciló un instante en decir: -debe tener la técnica del cubano Pedro Pérez Dueñas-.

Muy perseguido por las lesiones, con 27 años, se apartó de los estadios, sin una presea olímpica en vitrina, pero convencido que sus marcas  fueron de la élite mundial

Desempolvemos al protagonista, bien vale la pena.

 

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